martes, 10 de octubre de 2017

EDUCACIÓN DE CALIDAD Y MENTALIDAD DE SUPERVIVIENTE II: LA EDUCACIÓN Y LA INNOVACIÓN TOMAN TIEMPO

Hola. Soy otra vez yo. Estoy muy contenta por los comentarios recibidos durante los últimos días, a raíz del meetup virtual realizado hace unos días, y  también por una de mis entradas anteriores, la cual es, a su vez, la primera parte de ésta, y que fue publicada adicionalmente en Las2Orillas. Es muy enriquecedor para mí recibir esta realimentación, la cual fomenta discusiones orientadas a la acción innovadora de fondo.

Quiero referirme especialmente a los comentarios recibidos de un hombre al que considero una persona culta y respetable (sí, John, estoy hablando de ti). En resumidas cuentas, comentó: "tengo la sensación de que estás diciendo que no vale la pena invertir, innovar, en educación aquí en Colombia, simplemente por nuestro folclorismo". No puedo negar que me sentí un tanto confundida, porque no fue ésa mi intención con la escritura de la columna, así que respondí a través de la nota de audio que podrán escuchar al hacer clic en este vínculo.

En realidad, lo que defiendo es esto: las decisiones que hemos tomado, no sólo a escala macro sino también desde nuestros microentornos, se han visto increíblemente afectadas por nuestro manejo inconsistente e irresponsable del tiempo. En ocasiones, como Esaú en el Génesis, "renunciamos a nuestros derechos por un plato de lentejas", sacrificamos un bienestar sostenible por el logro de réditos inmediatos. ¿Por qué tanta prisa para lograr beneficios? ¿Por qué no pensar en los que vienen después de nosotros?

¿Que Colombia no tiene futuro en innovación educativa? ¡Falso! Lo tiene. Lo digo y lo sostengo. ¿Qué caso tendría escribir y debatir con ustedes si no creyera en esa posibilidad? ¡Tenemos muchísimo para lograr una educación transformada, que promueva el cambio positivo en nuestras comunidades! ¿Entonces qué nos falta? Hacernos conscientes de que estos cambios toman tiempo, así como las mejores cosas de la vida (gracias, Club Colombia). Esto demanda una revisión de principios, un cambio de mentalidad, que promueva la creación de nuevos hábitos, y con ellos y tiempo suficiente, se podrá hablar de un aprendizaje de cultura. Aquí una imagen de una de mis ponencias (en inglés), para ilustrar este punto:



Cuando esto se logre, podremos pensar en la viabilidad de implementar estos pasos:

  1. Definir un norte común para el país. ¿Qué es lo que necesitamos para convertir nuestra realidad en algo diferente, cada vez mejor? Ésta es la prioridad a atender, desde uno o varios frentes.
  2. Revisar nuestro estado actual. Aquí es necesario ver todo, exactamente como está, sin priorizar en la búsqueda de culpables, sino sólo enfocándonos en hechos y datos.
  3. Comparar nuestro objetivo con nuestro estado actual. Casi siempre, aquí aparecen las lágrimas. Aquí podemos ver si hemos estado andando en círculos, totalmente en contravía, o si estamos encaminados correctamente pero a pasos irregulares.
  4. Establecer las etapas para alcanzar este objetivo, sin distracciones y atendiendo al estado actual. Esto implica la creación de una ruta crítica que establecerá lnos ayuda a dejar en evidencia las prioridades de la nación.
  5. Delinear las características/competencias que debe cumplir la generación de personas que estará a cargo de cada etapa. Considerando ubicación geográfica, condiciones de vida, competencias actuales, y demás factores de influencia. Este tema es mucho más complejo de lo que parece en estas líneas, es importante dejarlo en claro (gracias Juan por la recomendación).
  6. Diseñar el plan de formación y entrenamiento que recibirán estas personas, para responder a dichas necesidades. Esto implica, cuidado, la consideración de los distintos saberes e inteligencias de estos ciudadanos responsables, en su momento, del sostenimiento y bienestar del país. ¡Cuidado! No estoy hablando de una educación uniformada, sino una educación diferenciada, desde la que cada individuo pueda utilizar su máximo potencial con miras a la consecución de ese objetivo de todos.
  7. Diseñar, a su vez, el plan de evaluación (ojo, no estoy diciendo calificación) que permitirá verificar si estas personas están preparadas o si requieren apoyo adicional en la adquisición y fortalecimiento de las competencias que hacen falta.
  8. Poner en marcha estos planes, estableciendo tiempos prudentes (sin afán, según el diseño) y no directamente en el aula de clase, sino mediante otros espacios complementarios (creo que la Jornada Única se vería muy bien aquí), para poder comparar los efectos de estas medidas en la respuesta a las variables de interés definidas al inicio. Recordemos cuánto tardaron en el CERN para hacer que el colisionador de partículas funcionara... Aquí se necesita mucho más cuidado.
  9. Evaluar el impacto de este plan colectivo y determinar etapas siguientes. O reprocesos.

Esta lista es sólo una sugerencia dividida en tareas más simples, para poder revisar la posibilidad de su entrada en nuestra cotidianidad. Además, estas tareas no están siendo tratadas con toda la profundidad, pues el espacio es reducido y hay todavía mucho por definir. Hay mucha información que hace falta, pero poco a poco se irá definiendo.

Tal vez les parezca interesante y viable, tal vez ingenuo. Lo más importante es que estos juicios no sean a su vez producto del afán.

Hasta pronto. Un gusto verles de nuevo. 


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